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Jesús en el Monte de los Olivos, s/f

Anónimo
Óleo sobre tela

Colección Ayala-Muñiz

Jesús. Las representaciones de la máxima deidad cristiana han ido cambiando con el tiempo. En sus inicios, los elementos representativos de Cristo estaban relacionados con los acontecimientos en que, según la Biblia, participó, como la repartición de panes y peces a la multitud. Posteriormente, cuando el cristianismo fue adoptado como religión oficial del Imperio Romano (año 380) se realizó una iconografía sincrética entre Jesús y Júpiter (máxima deidad del panteón romano).

Desde entonces, las formas tradicionales de la representación de Jesús son: el Pantocrátor (Todopoderoso), a semejanza de Júpiter; Theotokos, como niño en el regazo de su madre (véase: Madonas); en su bautizo; como Ecce homo, previo a la crucifixión; en el Via Crucis, ya sea dirigiéndose a sus seguidores (véase: Monte de los Olivos) o durante el Via Crucis, cargando la cruz, crucificado en agonía o yacente tras haber sido herido por la lanza; en el descenso de la cruz; ya muerto junto a María en La Piedad; durante la resurrección, ya sea en el sepulcro o elevándose a los Cielos; o con el Sagrado Corazón.