Chiapas. El Fin del Silencio

En 1974 Antonio Turok participó en el taller Amigos de la Fotografía [The Friends of Photography] en Carmel, California. Ahí, conoció a varios fotógrafos entre ellos: Eikoh Hosoe, Lucien Clergue, George Tice, Robert Heineken, Ralph Gibson e Imogen Cunningham, con quien llegó por consejo de Ansel Adams.

En la Ciudad de México, alternó las tertulias compartidas con don Manuel Álvarez Bravo y con las de Roberto Parodi. Ambos personajes alimentaron su cultura universal y enfatizaron en él la importancia de ser un pensador. Por un lado, la línea de izquierda crítica impartida por Parodi y, por el otro, la línea estética universal de Álvarez Bravo.

Ese mismo año regresó a San Cristóbal de las Casas y comenzó a leer ciertas lecturas que lo marcaron sensiblemente: Bertolt Brecht, Pablo Picasso, André Breton, Marcel Duchamp y Antonin Artaud.

Contexto histórico de Chiapas

«Ahora bien, la comunidad tradicional se ha venido transformando abruptamente desde fines del siglo pasado, con la incorporación de la región al sistema capitalista. Muchas de las tierras recuperadas con el cardenismo, se fueron vendiendo a las haciendas. Al descubrirse con Echeverría el potencial económico chiapaneco, se abren carreteras y se instrumenta la comercialización oficial (Imecafe, Andsa, Conasupo). Llegan capitales extranjeros que introducen nuevas formas de producción. De paraíso chiclero se pasó a las fincas cafeticultoras; de la tala inmoderada de maderas finas, a su versión en pastizales. La demanda de mano de obra barata desplaza grandes contingentes de campesinos de su hábitat tradicional». (Marroquín, 1996, 151)

El papel de la religión en el levantamiento zapatista

Sobre el culto protestante: «Los indígenas por su parte –especialmente aquellas comunidades recientemente formadas por los desplazados de la modernidad– se sienten cómodos en una Iglesia que no los coarta, que incluye a sus propios agentes religiosos, que responde a sus intereses económicos y culturales y que les permite mantener los símbolos tradicionales de su identidad étnica, en los momentos en que tuvieron que sacrificar su organización social tradicional». (Marroquín, 1996, 147)

«Es este ambiente religioso, más abierto al pluralismo y a la tolerancia, el que encontró el zapatismo. Mientras los Testigos y otras sectas se refugiaban en la neutralidad o incluso se oponían a los ‹violentos› guerrilleros, otras iglesias evangélicas y pentecostales los miraban con simpatía. Los templos se convirtieron en espacio de discusión acerca de la participación o no en el movimiento. No extraña que las filas guerrilleras se convirtieran en escuela de ecumenismo, en las que incluso pudieron encontrarse ateos y chamanes y donde católicos y evangélicos reflexionaron juntos acerca de sus decisiones. El encuentro de los indígenas evangélicos con la Teología de la Liberación sienta un precedente descolonizador de sus iglesias-madre de consecuencias insospechadas. Quienes acusan a D. Samuel Ruiz de promover la guerrilla no carecen del todo de razón: 34 años de obispo, repitiéndoles a los indígenas que también ellos, como los ladinos, son hijos de Dios, y que la situación de miseria en que viven no es querida por Dios, ni forma parte de la naturaleza de las cosas, sino que es producto del pecado, de estructuras injustas que pueden ser cambiadas (y que por tanto, deben ser cambiadas), contribuyeron a la toma de conciencia que derivó en el levantamiento». (Marroquín, 1996, 155)

El germen del ezln

«Militantes de lo que fueron en los años setenta las Fuerzas de Liberación Nacional –cuyo eje fueron los hermanos Germán y Fernando Yáñez–, fieles a su creencia de lo que mejor era construir una base social antes que lanzarse a la lucha armada, se implantaron silenciosamente por estos años en la selva Lacandona de Chiapas, trabajando con mucha paciencia, integrándose a las bases indígenas tzotziles y tzeltales, haciendo trabajo social y de adoctrinamiento junto con los catequistas de la zona, con marcada influencia de la teología de la liberación. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln) estaba en formación». (Castellanos, 2008, 325)