Frontera México – Estados Unidos

La frontera en el imaginario colectivo

«La frontera norte tiene, de tiempo atrás, un lugar significativo en el imaginario colectivo del mexicano. Sin embargo, es inevitable que su imagen vaya cambiando conforme se agudizan los riesgos de cruzarla. Así pues, hoy, la imagen de esa frontera norte es un cerco de muros de hierro, alambradas, reflectores de alto poder, cámaras con rayos infrarrojos, torres de detección, radares, camionetas con sirenas, helicópteros, personal armado y perros amaestrados. Por supuesto que ésta no es la imagen que uno pudiera tener de un buen vecino, menos de un amigable ‹socio comercial›. Sin amilanarse un ápice, el gobierno estadounidense, en su intento de justificar esa imagen truculenta, ha recurrido a la estratagema de asociar a los migrantes con el tráfico de drogas, la delincuencia y el terrorismo». (Márquez, 2003, 7)


El recrudecimiento de los controles fronterizos

«La respuesta inmediata de Estados Unidos, a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, fue cerrar sus fronteras y espacio aéreo. Cuando se volvieron a abrir, lo hicieron bajo un nuevo contexto: crecientes y más estrictos controles fronterizos y un discurso político centrado en la protección de la seguridad nacional. Hasta antes de esos ataques parecía existir un amplio consenso sobre el hecho de que la ‹globalización› le haría perder sentido a las fronteras. Se daba por sentado que la creciente integración e interdependencia económicas conducirían a fronteras más abiertas. Lo que estaba sucediendo es lo siguiente: desde perspectivas analíticas diversas y de las prioridades de las políticas públicas, los esfuerzos de reconceptualización de las fronteras y su significado estaban tomando un lugar prominente». (Alba y Leite, 2004, 14)