Situado en la esquina noroeste de México, el Centro Cultural Tijuana (Cecut), en esta administración, trabaja de manera permanente sobre el fenómeno migratorio, a través de diferentes programas y buscando siempre presentar proyectos que arrojen luz sobre las problemáticas que acarrea la movilidad transfronteriza, así como la que tiene lugar en el ámbito nacional, y su incidencia en la construcción de la identidad y el sentido de pertenencia.
La exposición Construyendo puentes en época de muros. Arte Chicano / Mexicano de Los Ángeles a México nos revela una porción de lo que significa el proceso migratorio para quienes lo viven: la búsqueda de identidad, las relaciones económicas que se establecen, las comunidades que se forjan y las narrativas implícitas de una población con distintas raíces. Por lo que adquiere una gran relevancia que el Cecut constituya la sede final de su itinerancia por la República.
La exposición, programada inicialmente para ser inaugurada y disfrutarse de manera presencial, en esta modalidad digital, se fortalece ante la posibilidad de llegar a otras audiencias, dialogar con diferentes públicos, en un espacio más amplio y, por lo tanto, susceptible de distintas lecturas y percepciones.
El Cecut celebra todas las formas y expresiones creativas que contribuyen a sensibilizar sobre los temas migratorios y la riqueza que representa la diversidad cultural.
texto curatorial
Artistas: Roberto de la Rocha, Gilbert «Magu» Luján, Frank Romero, Patrick Martínez, Johnny «KMNDZ» Rodríguez, José Ramírez, Enrique Castrejón, Judy Baca, Donna Dietch, Carlos Almaraz, Gil Garcetti, Ana Serrano, Shizu Saldamando, Gary Garay, Ramiro Gómez, Einar y Jamex de la Torre, Viviana «Viva» Paredes, Man One, Eloy Torrez, Patssi Valdez, Roberto Gil de Montes, Gronk, Yolanda González, Judithe Hernández, Linda Vallejo, Gabriela Ruiz «Leather Papi», John Valadez y Leticia Maldonado
Durante 50 años de existencia, el arte chicano, siempre en transformación, se ha conformado a sí mismo como una de las principales corrientes del canon creativo estadounidense. Asentado sobre cuatro culturas ―la precolombina, la hispánica invasora, la mexicana y la americana― el arte chicano se inspira en estas y se desarrolla a partir tanto de sus raíces como de las décadas de opresión que han sufrido quienes lo practican y sus familias.
Desde el violento enfrentamiento en las calles durante la Moratoria Chicana de 1970, los latinos han progresado económica, social y políticamente. No obstante, chicanos y latinos continúan siendo un grupo marginado ―extranjeros― en su propio hogar en Estados Unidos e, incluso, en México. Esto sucede aun cuando el porcentaje de la población latina en las principales ciudades de Estados Unidos (como Los Ángeles, Nueva York y Chicago) ha crecido tremendamente, tanto en tamaño como en poder político.
Nacido a mediados de la década de 1960 ―junto con las protestas por la guerra de Vietnam y el movimiento Black Power a favor de los derechos civiles― el pensamiento chicano desafió la categorización y los estereotipos burlones ampliamente divulgados entre la población anglosajona, así como a los centros educativos públicos, plagados de deserción, que pregonaban que los latinos eran demasiado inferiores como para lograr un nivel de vida clasemediero.
Estos problemas se convirtieron en los temas centrales de los primeros artistas chicanos. El expresionismo realista y franco de sus obras atraía a un público de arte que se había hastiado de las sucesivas tendencias del sistema establecido en pinturas poco representativas.
Con habilidades altamente desarrolladas y gran originalidad, estos artistas de origen dual ―mexicano y estadounidense― dirigieron las miradas hacia la cultura latina, no sólo destacando los conflictos con la sociedad anglosajona, sino también alardeando, celebrando y elevando los elementos de las tradiciones latinas que el mundo anglosajón ya no podía ignorar.
Tanto los avances como las dificultades de las últimas cinco décadas han ayudado a dar forma a la evolución del arte chicano y latino. Estos artistas expandieron su expresión creativa y demostraron gran destreza para desarrollar y representar sus mitologías, metodologías y filosofías. Introdujeron así una destacada y original escuela en la historia del arte.
La presente muestra reúne una selección multigeneracional de obras realizadas por artistas chicanos y latinos del sureste de California, todos con orígenes mexicanos. La exposición analiza la manera en que ellos exploran el carácter híbrido de su cultura, a través de cinco importantes temas: Diamantes rebeldes del Sol, Imaginar el paraíso, Extranjeros en su propia tierra, Trazando la identidad y Conducir con el guión. Asimismo, al ampliar la perspectiva de la apreciación del arte chicano y latino más allá de su hogar estrictamente geográfico, se ponen de manifiesto los inexorables lazos que estos artistas tienen con México y cómo estos lazos trascienden la identidad individual y las fronteras.
Esta exposición de ninguna manera pretende ser una visión definitiva del arte chicano; tampoco se presenta a sí misma como el único árbitro ―o la última palabra― en la definición de lo que es o de lo que no es el arte chicano, por el contrario, continúa la exploración del arte de Los Ángeles en diálogo con México; otorga significado a un momento histórico y presenta al arte chicano como una escuela original de arte estadounidense.
nodo 01
El arte chicano comenzó en la década de 1960 como un grito colectivo de la población chicana que despertó para confrontar a la cultura mayoritaria de origen anglosajón. Muchos soldados latinos estaban muriendo en Vietnam. Los jornaleros de ascendencia latina que trabajaban en el campo la pasaban muy mal en los cultivos de vegetales del Valle Central de California, con terribles condiciones laborales y salarios ridículamente bajos. Al mismo tiempo, en los barrios, las fuerzas públicas habían intensificado los arrestos contra los vendedores ambulantes de helado y los jóvenes conductores chicanos acusados de «cruzar» ilegalmente (una imagen que se retoma en la obra El cierre del bulevar Whittier de Frank Romero). Los avatares de los artistas de este movimiento surgieron de la injusticia sistémica que sufrieron los habitantes de los barrios. Sus preocupaciones cobraron voz gracias a esta dedicada y creciente cuadrilla de jóvenes de gran talento que plasmaron su arte, primero, en murales sobre las paredes de sus comunidades, después, en publicaciones y museos y, finalmente, ante el sorprendido público estadounidense. Estaban poniendo en práctica lo que el filósofo italiano Umberto Eco llamó «guerra de guerrillas semiótica».
Década tras década, estos artistas continúan alzando y empoderando a otros para generar cambios. Están determinados a ser reconocidos y aceptados. Son artistas chicanos y latinos que han evolucionado enormemente desde la década de 1970. Conforme han ido desarrollando sus teorías, habilidades y postulados, los críticos los han increpado tanto como celebrado por pasar de la elaboración de mensajes a materializar los ideales de las bellas artes.
Estos son los diamantes rebeldes del Sol, forjados por las intensas presiones de injusticia y marginación para emerger al rojo vivo, casi inquebrantables, al tiempo que sus expresiones y procesos creativos se expanden, profundizan y maduran.
nodo 01
Los Four (Roberto «Beto» de la Rocha, Gilbert «Magu» Luján y Frank Romero)
Mural colectivo por el 20 aniversario de Los Four, 1994
Acrílico sobre paneles de madera / 183 x 487 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 01
Patrick Martínez
America es para los Dreamers, 2016-17
Instalación de neón / Medidas variables
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 01
José Ramírez
Middle East L.A., 2009
Técnica mixta sobre tela / 171.5 x 196 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 01
Judy Baca y Donna Deitch
Judy Baca como La Pachuca, 1976
Impresión digital de archivo sobre papel fotográfico / 61 x 61 cm.
Cortesía del Centro de Investigaciones de Arte Social y Público (SPARC)
nodo 01
Judy Baca y Donna Deitch
Judy Baca como La Pachuca (I, II, III), 1976 (reproducción de 2018).
Impresión digital de archivo sobre papel fotográfico / 98 x 98 cm.
Cortesía del Centro de Investigaciones de Arte Social y Público (SPARC)
nodo 01
Judy Baca y Donna Deitch
Judy Baca como La Pachuca (I, II, III), 1976 (reproducción de 2018).
Impresión digital de archivo sobre papel fotográfico / 98 x 98 cm.
Cortesía del Centro de Investigaciones de Arte Social y Público (SPARC)
nodo 01
Judy Baca y Donna Deitch
Judy Baca como La Pachuca (I, II, III), 1976 (reproducción de 2018).
Impresión digital de archivo sobre papel fotográfico / 98 x 98 cm.
Cortesía del Centro de Investigaciones de Arte Social y Público (SPARC)
nodo 01
Frank Romero
El cierre del bulevar Whittier, 1984
Óleo sobre tela / 167 x 274 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 01
José Ramírez
Lucha, 2016
94 x 96.5 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 02
Los Ángeles a menudo recibe el nombre de «ciudad de los sueños». Es un lugar que tiene su propia fábrica de ilusiones (Hollywood); una meca del consumo (Rodeo Drive) y un mundo donde todas las fantasías se vuelven realidad (Disneylandia), sin mencionar su clima mediterráneo subtropical con playas, pantanos y montañas. Mantener tal mito requiere que ignoremos a las poblaciones indígenas y mexicanas que habitan en la zona. Hollywood ayuda a mantener este mito, pues rara vez vemos representada a la mayoría latina de la ciudad en los largometrajes cinematográficos o en las series de televisión. No obstante, para la población descendiente de mexicanos, Los Ángeles, la «ciudad de los sueños» ―en el sentido moderno de la región vista como un paraíso― conlleva un precio, pues las vías rápidas separan sus comunidades, hay negligencia y discriminación en las instituciones sociales y los chicanos se ven aislados de una ciudad que fundaron sus propios ancestros.
Esta historia con frecuencia se narra en los términos sociales y políticos de los movimientos en favor de los derechos civiles de mediados del siglo pasado en Estados Unidos. Sin embargo, las artes fueron un elemento fundamental en esta lucha, pues colocaron el acto de mirar al mismo nivel de las exigencias por los derechos civiles. Al reivindicar un espacio y un propósito para su obra, estos artistas generaban tanto una crítica a la sociedad como una visión social alternativa, mientras dejaban la estética como un área sin definir para que la pieza hablara por sí misma.
En Imaginar el paraíso, estos artistas produjeron obras que son, al mismo tiempo, resueltas y ambiguas con las que llamaron a cuentas a la «ciudad de los sueños» mientras ellos, a pesar de todo, seguían soñando.
nodo 02
Carlos Almaraz
El puente en magenta profundo, 1984
Óleo sobre tela / 153.5 x 128 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 02
Carlos Almaraz
Mañana amarilla, 2015
Óleo sobre tela / 183 x 274 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 02
Gil Garcetti
Panorámica de Los Ángeles (desde el Dodger Stadium), 2011
28 x 40.5 cm.
Cortesía del artista
nodo 02
Gil Garcetti
Panorámica de Los Ángeles (desde el Ayuntamiento), 2017
28 x 40.5 cm.
Cortesía del artista
nodo 02
Ana Serrano
Cartonlandia, 2008
Cartón, papel, acrílico y pegamento / 152.5 x 122 x 137 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 02
Shizu Saldamando
Luau en Highland Park, 2006
Óleo y collage sobre malla encontrada / 81 x 162.5 cm.
Cortesía de Ricardo Padilla Reyes
nodo 03
Las historias de inmigración, el desplazamiento de grupos de población, así como el impacto de las políticas del comercio transnacional, como el TLC, han sido los puntos de partida para artistas, curadores y críticos por igual. Aunque el exilio y la diáspora son temas que están vinculados inextricablemente a ciertos artistas latino-estadounidenses y artistas latinos que residen en Estados Unidos, sobre todo a aquellos que se han visto directamente afectados por este desplazamiento, el artista chicano o la artista chicana tiene una relación compleja y tirante con la madre patria, debido a que su identidad binacional (o incluso transnacional) se encuentra a caballo entre dos culturas, no es «ni de aquí ni de allá».
En el ámbito de las artes visuales, el arte chicano absorbe y redefine movimientos artísticos como el pop, el neoexpresionismo y similares; pero a nivel existencialista, aborda las ambigüedades de la identidad y la pertenencia en relación con esta ambivalencia. Muchas de las obras de esta sección son representaciones figurativas, salvo por la escultura de Viva Paredes denominada Bendición para un mojado (2010). Un tema imposible de separar del arte chicano son las figuras de personas en el trabajo: con frecuencia, murales, pinturas e ilustraciones políticas retratan representaciones de migrantes realizando labores del campo bajo los cielos de la zona central de California.
Las representaciones figurativas son un escenario habitual en el arte chicano al reimaigar y reafirmar la identidad, pero las referencias a las personas trabajando que encontramos en esta sección destacan por la gran probabilidad que hay de que estén sometidas a vigilancia, criminalización o desaparición. La persecución de la policía, así como la narrativa de sus actividades en espacios públicos o privados es una gran preocupación para aquellos que son percibidos como extralegales, «extranjeros» o «intrusos».
Posición y dislocación definen las condiciones espaciales y temporales de la identidad chicana. De manera irónica, históricamente, la vanguardia ha impulsado las prácticas artísticas marginales o de la así llamada periferia, tales como las artistas autodidactas o folk. En el caso de los artistas chicanos, su posición en la «periferia» no sólo se relaciona con el recelo de las redes de poder del grupo dominante en el arte, también se vincula a un cuestionamiento más amplio sobre la rigidez de la identidad y la pertenencia nacional.
nodo 03
Gary Garay
Carrito de paletas, 2004
Carrito de paletas modificado con laca y esmalte / 91 x 117 x 84 cm.
Cortesía del artista
nodo 03
Ramiro Gómez
Escena doméstica, Beverly Hills, 2013
Acrílico sobre dos páginas de revista / 29 x 41 cm.
Colección de Alfred Fraijo Jr. y Arturo Becerra-Fraijo
nodo 03
Ramiro Gómez
Ismael esperando su cheques, 2013
Acrílico sobre dos páginas de revista / 29 x 20.5 cm.
Colección de Alfred Fraijo Jr. y Arturo Becerra-Fraijo
nodo 03
Jamex y Einar de la Torre
Parque fronterizo de placeres terrenales, 2014
Resina colada, objetos encontrados, lenticular y caja de luz LED en marco de aluminio / 122 x 150 x 12.7 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 03
Viviana «Viva» Paredes
Bendición Para Un Mojado (A Blessing for a Wetback), 2010
Vidrio soplado, hierbas medicinales, madera reclamada y acero / 213 x 244 x 51 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 03
Ramiro Gómez
Lupita, 2017
Bronce pintado / 152 x 114 x 28 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 03
Man One
ALIENACIÓN, 2014
Acrílico y aerosol sobre tabla / 122 x 244 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 03
Eloy Torrez
Migración, 2000-2005
Óleo sobre tela / 84.5 x 318.5 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 03
Ramiro Gómez
Una conversación durante la comida, 2015
Acrílico sobre cartón / 178 x 91 x 91 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 03
Patssi Valdez
Pan mexicano (La fusion de dos culturas), 2017
Acrílico sobre tela / 91 x 122 cm.
Colección de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 03
Roberto «Beto» de la Rocha
Soy Mestizo (Color), 1974
Pastel, acuarela, tinta y lápiz sobre papel / 53 x 80 cm.
Colección de la Familia De la Rocha
nodo 03
Roberto «Beto» de la Rocha
Soy Mestizo (Blanco y Negro), 1974
Carbón y tinta sobre papel / 53 x 80 cm.
Colección de la Familia De la Rocha
nodo 03
Roberto «Beto» de la Rocha
El Arte Chicano (Color), 1974
Pastel, acuarela, tinta y lápiz sobre papel / 53 x 80 cm.
Colección de la Familia De la Rocha
nodo 03
Roberto «Beto» de la Rocha
El Arte Chicano (Blanco y Negro), 1974
Carbón y tinta sobre papel / 53 x 80 cm.
Colección de la Familia De la Rocha
nodo 03
Los Four (Carlos Almaraz, Roberto «Beto» de la Rocha, Gilber «Magu» Luján y Frank Romero)
El Point Gallery, c. años 1970
Tinta, lápiz, esténcil y lápices de colores sobre papel / 58 x 73.5 cm.
Colección de la Familia De la Rocha
nodo 04
La identidad como la expresión fundamental que alguien tiene sobre su posición como sujeto, es un tema recurrente en el arte chicano. Frente a los sistemas racializados de Estados Unidos y dentro del contexto de la compleja estructura de límites fronterizos ―un concepto que supera la geografía y alcanza al ser―, el espacio de identidad no está fijo o anquilosado, sino más bien se negocia y transforma constantemente. La identidad emergió como tema esencial del arte latino en Estados Unidos durante el siglo XX y a menudo refleja puntos de intersección entre los nacionalismos, así como los imaginarios culturales bifurcados que surgen con la experiencia inmigrante y en relación con las historias de colonización.
El movimiento del arte chicano materializó la importancia de hablar acerca de la identidad como medio de empoderamiento y autoconciencia. La época de Política Identitaria en los años ochenta y principios de los noventa reflejó un profundo cuestionamiento sobre el sujeto, a este le siguió el rechazo al arte basado en la identidad que se dio entre mediados y finales de la década de 1990, el cual, a su vez, terminó ante el surgimiento de la globalización a principios del siglo XXI. En el actual periodo milenial, las intersecciones, así como la propagación transfronteriza de imágenes, ideas y conceptos en todo el mundo, colocan los temas de identidad intrínsecos al arte chicano dentro del discurso globalizado. Al extenderse así su terreno de actuación, la identidad encuentra su cimentación renovada en esta era de plataformas múltiples que sienta sus bases en las imágenes.
El arte chicano se ha desarrollado no sólo como expresión de la identidad política y colectiva, sino también como reflexión de una increíble diversidad y un escenario de prácticas artísticas matizadas, las cuales van desde la interacción con cualquiera de los movimientos artísticos importantes, pasan por la examinación de áreas de exploración artística personal y se plantean cuestiones de género, raza y clase, entre otras. La noción de mapeo de identidad nos permite analizar y contemplar las respuestas a cuestiones culturales amplias, tales como las políticas de posicionamiento y pertenencia, así como expresiones que denotan mundos tanto internos como externos del yo.
nodo 04
Roberto Gil de Montes
Sin título, 2007
Óleo sobre lino / 61 x 61 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Roberto Gil de Montes
Máscara de esquí, 2005
Óleo sobre tela sobre tabla / 35 x 35 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Gronk
Griselda, 2009
Acrílico y técnica mixta sobre tela / 157.5 x 157.5 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Yolanda González
Estirando hacia la locura: Serie Metamorfosis, 1990
Acrílico sobre tela / 183 x 183 cm.
Cortesía de la artista
nodo 04
Yolanda González
Conga azul, 1990
Acrílico sobre tela / 122 x 122 cm.
Cortesía de la artista
nodo 04
Roberto Gil de Montes
Henry Moore, 2014
Óleo sobre lino / 190.5 x 250 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Judithe Hernández
L’EPPE DE SAINT JEANNE (La espada de Santa Juana de Arco), 2013
Pasteles y técnica mixta sobre tela / 101 x 152 cm.
Cortesía de la artista
nodo 04
Judithe Hernández
THE PURIFICATION (La Purificación), 2013
Pasteles y técnica mixta sobre panel de madera / 76 x 101 cm.
Cortesía de la artista
nodo 04
Linda Vallejo
The Brown Dot Project: 4.5% de los latinos en EEUU tienen 69 años o más, 2017
Fotografía reutilizada, impresión de pigmentos, lápiz azul no-foto y marcador / 28 x 22 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Linda Vallejo
The Brown Dot Project: 46% de los latinos en EEUU son propietarios de su casa, 2017
Fotografía reutilizada, impresión de pigmentos, lápiz azul no-foto y marcador / 28 x 22 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Linda Vallejo
The Brown Dot Project: 24% de los nuevos casos diagnosticados de VIH son latinos, 2017
Fotografía reutilizada, impresión de pigmentos, lápiz azul no-foto y marcador / 28 x 22 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Linda Vallejo
The Brown Dot Project: 50% de los jóvenes latinos en EEUU entre las edades de 16-25 años, 3ra generación, se identifican así mismos como estadounidenses, 2017
Fotografía reutilizada, impresión de pigmentos, lápiz azul no-foto y marcador / 28 x 22 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Linda Vallejo
The Brown Dot Project: 64% de los latinos en EEUU son de ascendencia mexicana, 2017
Fotografía reutilizada, impresión de pigmentos, lápiz azul no-foto y marcador / 28 x 22 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Linda Vallejo
23.9% de las víctimas de tráfico sexual son latinas, 2017
Fotografía reutilizada, impresión de pigmentos, lápiz azul no-foto y marcador / 28 x 22 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 04
Enrique Castrejón
Anatomía de un beso, 2016
Collage, pegamento, cinta adhesiva libre de ácido y tinta pigmentada sobre papel rasgado / 20 x 20 cm.
Cortesía del artista
nodo 04
Enrique Castrejón
Las estrellas que somos, 2016
Collage, pegamento, cinta adhesiva libre de ácido y tinta pigmentada sobre papel rasgado / 20 x 20 cm.
Cortesía del artista
nodo 04
Patssi Valdez
Retrato de Sylvia Delgado, c. 1980
Foto-collage de técnica mixta / 127 x 109 cm.
Cortesía de la artista
nodo 04
Patssi Valdez
Phyra, c. 1980
Foto-collage de técnica mixta / 62 x 78 cm.
Cortesía de la artista
nodo 04
Patssi Valdez
Retrato de Anthony Villreal y Dede Díaz, c. 1980
Impresión digital / 83 x 61 cm.
Cortesía de la artista
nodo 04
Gabriela Ruiz
Un cuento de Cenicienta para objetos cotidianos, 2018
Instalación in situ compuesta por objetos originarios de la Ciudad de México y re-imaginados por la artista
Cortesía de la artista
nodo 05
El hyphen o guión en el idioma inglés, aunque aparentemente es un signo de puntuación sencillo e inocuo usado para enlazar palabras o separar sílabas, es un poderoso símbolo capaz de unir y dividir con la misma facilidad. Cuando se usa como puente, el guión puede hacer coincidir dos identidades culturales, por ejemplo, en los adjetivos «Mexican-American» o «African-American»; de esta manera, el guión permite que ambas culturas coexistan y, al mismo tiempo, mantengan sus características distintivas. Sin embargo, en su naturaleza está aislar y diferenciar para destacar las particularidades específicas de las palabras que en efecto separa.
«Mexican-Americans», «Latino-Americans» y «French-Canadians» van unidas por un hyphen o guión ―grupos que operan en más de un ámbito―. Los autos son como guiones metafóricos. Aunque nos aíslan del resto del mundo pueden, de manera consciente y activa, usarse para transitar por nuevas experiencias y lugares.
Ubicada en el centro de la capital mundial de las vías rápidas, la cultura chicana de Los Ángeles bebe a fondo y de manera natural la civilización ultramóvil sobre cuatro ruedas del siglo XX. De esta popular fascinación nació el Low Rider, uno de los principales regalos que el chicanismo ha dado a la tecnología moderna. Naturalmente, el arte chicano refleja esta obsesión casi espiritual por los automotores en general en Eastside Aztlán ―y por el Chevrolet clásico en particular― como símbolo de libertad, movilidad, santuario y trascendencia.
La cultura automovilística del siglo XX trajo la sensación de libertad, al permitir que las personas se desplazaran por todas partes y fueran más allá de sus barrios y ciudades. Los vehículos que se usaban ofrecían un medio de escape, exploración, expansión y crecimiento tanto literal como metafóricamente. En cierto sentido, los autos servían de vehículos de transformación. Igualmente, el neón funciona como una metáfora de transformación y trascendencia, pues también se encuentra a caballo entre dos mundos ―el histórico y el moderno―, como aquellos cuyos orígenes son tanto mexicanos como estadounidenses.
Al actualizar su visión durante el proceso creativo o al reafirmar su identidad artística y cultural, los creadores de las obras en esta exposición se han permitido ir más allá de las etiquetas impuestas por la sociedad y superar las percepciones que otros tienen acerca de ellos basados estrictamente en fronteras geográficas.
nodo 05
John Valadez
Drive-in, 2014
Acrílico sobre tela / 249 x 310 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 05
Johnny «KMNDZ» Rodríguez
Atascado, 2015
Acrílico y aerosol sobre tabla / 122 x 152 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar
nodo 05
Frank Romero
Paisaje urbano, 1989
Aluminio y cobre / 91 x 152 x 10 cm.
Cortesía de Deloitte
nodo 05
Leticia Maldonado
Esparcido, 2018
Instalación de diez tubos de vidrio con neón / 152 x 548 x 122 cm.
Cortesía de la Colección de la Familia Fisher, la Colección Spadaro Collection y Juan Velasco
nodo 05
Johnny «KMNDZ» Rodríguez
Palíndromo, 2019
Díptico. Acrílico sobre paneles de madera / 244 x 122 cm.
Colección de Arte AltaMed, cortesía de Cástulo de la Rocha y Zoila D. Escobar