Aunque los hamer hoy incluyen en su vestimenta elementos occidentales, siguen fieles a sus costumbres. Las mujeres trenzan e impregnan su pelo con una pasta hecha de arcilla y mantequilla, después fijan las trenzas con una resina. Las casadas se peinan hacia delante, cubriendo su frente y orejas, mientras que las solteras lucen el rostro y la frente despejados.

La modernidad no ha perdonado a los hamer, aunque se conservan sus tradiciones y formas de vida han incorporado elementos occidentales. Las lanzas y flechas han sido sustituidas por rifles, las plumas por cardadores de pelo y los collares por cables telefónicos.

Una de las principales características de los hombres hamer es la atención que prestan a sus peinados. Cubren su cabeza con una especia de casco de barro que decoran con plumas, incluso con pelos de cola de jirafa, demostrando su rango.

Cuando un miembro de la tribu hamer va a convertirse en adulto debe cumplir con algunos ritos de iniciación. Uno de los más importantes es el Ukuli Bula o «Salto del Toro», en el que un joven salta, de lomo en lomo, ocho o diez vacas alineadas. Previo al salto, los maza (solteros) se adornan la cara con pinturas hechas de yesos de color rojo, blanco y negro mezclados con grasa animal.

Las jóvenes casaderas, vestidas con sus mejores galas y embadurnadas de grasa, cantan y bailan delante de los maza (solteros), a quienes piden que las azoten. Las chicas son azotadas y resisten sin inmutarse, pues según su tradición demuestran así su valor y fortaleza, siendo merecedoras del amor del algún maza.

El tercer y último día de la ceremonia es el más importante. En él, todas las personas se dirigen al lugar donde esperan las vacas. Los miembros del clan se afanan en alinearlas, cuando la tarea está hecha el aspirante toma carrera y salta sobre el lomo de la primera, después debe seguir corriendo por el espinazo de las otras hasta tocar el suelo al otro lado. Si el iniciado se cae se considera un símbolo de mala suerte, si toca el suelo más de una vez tendrá que soportar de por vida la mofa y el escarnio de toda su comunidad.

Los dassanech son una tribu ganadera cuya cultura, tradiciones y sistemas sociales giran en torno a sus rebaños. Construyen sus viviendas con estructuras de ramas en forma de iglú que recubren con papiro, cuero o, en la mayoría de los casos, con chapas de metal.

Se considera a la tribu Dassanech como una de las más pobres de Etiopía. Sobreviven con el cultivo de sus cosechas cuando llegan las lluvias, el resto del año cuidan del ganado y se alimentan de las vacas más viejas. La mayoría son nómadas y viven trasladando el poblado y el ganado allí donde el clima es mejor.

Los trabajos están muy definidos por sexos desde la infancia. La vida diaria de las mujeres consiste en ir a buscar leña para encender el fuego, conseguir agua para beber, moler el grano, cocinar, cuidar de los niños y las niñas, así como de la casa. Son mucho más activas que los hombres, quienes se encargan de defender y pastorear los rebaños.

Las mujeres dassanech envuelven su cuerpo en lienzos de tela de colores vivos, van descalzas y llevan, por lo general, la parte superior del cuerpo desnuda. La mayoría tiene pequeñas perforaciones bajo el labio inferior que decoran con plumas u otro detalle vistoso. Adornan su cabeza con los objetos más insólitos: extensibles de reloj, piezas de cerámica, corcholatas, etcétera.