En el marco del 70 aniversario de las relaciones diplomáticas entre México y Etiopía (2019), la exposición del fotógrafo mexicano Rodrigo Jardón ofrece un recorrido por uno de los países más complejos del mundo y la única nación jamás conquistada de África, con más de ochenta lenguas y grupos étnicos, lugares imprescindibles de la historia de la humanidad y una mezcla cultural y arquitectónica que resulta de lo que alguna vez constituyó el gran imperio de Abisinia.

Las imágenes nos llevan a través de las aldeas en el sur etíope, con sus tribus seminómadas que durante miles de años han sobrevivido de la caza y recolección, contrastantes con el norte del país que alberga los impresionantes castillos medievales de la ciudad de Gondar («el Camelot de África») y las iglesias ortodoxas cavadas en piedra de la ciudad santa de Lalibela.

El recorrido continúa hacia el este con la ciudad amurallada de Harar, un enclave musulmán en el Cuerno de África merodeado por hienas que durante más de diez siglos permaneció́ cerrada al mundo occidental y, por último, nos adentramos a la ajetreada capital Addis Abeba y su Merkato, el mercado al aire libre más grande del continente, y su famoso café, considerado por los etíopes la bebida nacional y el regalo más grande que le han hecho al mundo.

Hay un viejo lugar común que asevera que una imagen vale más que mil palabras. Sin embargo, yo estoy convencido que las palabras sirven para darle a esa imagen que asalta nuestros ojos, cierto contexto, detalle, el peso inconmensurable con las que están hechas las buenas historias.

La fotografía es una suerte de forma literaria hecha de la más pura realidad. Algunas tribus en rincones variados del mundo piensan (no sin cierta razón) que las fotografías roban el alma, o un trozo de ella. Ese instante del presente que se convierte inmediatamente en pasado, que el fotógrafo logra capturar en un momento único, irrepetible, contradictoriamente fugaz, es contra toda lógica, perpetuado para siempre. Y sin duda, tiene el soplo vital y el alma que anima a las personas y las cosas que se quedan inmortalizadas en esa fracción de segundo que es también, un trozo de infinito.

Las fotografías de Rodrigo Jardón, en un periplo mágico por Etiopía, son muestra de esa fugacidad perpetua. Siempre he pensado que los fotógrafos como Rodrigo Jardón tienen un nervio óptico que reacciona igual que un músculo, que mira lo que nosotros, simples mortales, no llegamos ni siquiera a adivinar. Y que tal vez, en raras ocasiones, él mismo se sorprenda con lo que su instinto y esa mirada embrujada que es propia de algunos elegidos, deja plasmado en la cámara, el papel o la memoria.

Rostros, palacios en medio de la nada, el legendario polvo rojo de África, miradas que lo miran, ganado, paisajes, actitudes, animales salvajes, y sobre todo, lo cotidiano, convertido a través de su mirada, en extraordinario. Seguramente muchos de los que veremos esta maravillosa muestra, no iremos nunca a Etiopia.

Pero hoy, tenemos el singular privilegio de mirar con sus ojos, respirar con su aliento, ser seducidos por cada una de las historias que esas fotografías nos tendrán por fuerza que contar. Saquen amigos sus conclusiones, y sobre todo, déjense embrujar por los muchos rostros de un pueblo milenario y valiente, traídos hasta nosotros por Rodrigo Jardón y su inmensa capacidad de contar la Historia a través de un puñado de pequeñas, maravillosas historias.

Yo, celebro su mirada.

Ciudad de México, 1987.

Fotógrafo. Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha realizado estudios en la Unidad de Vinculación Artística, el Centro de la Imagen, la Fundación Pedro Meyer, el Centro Internacional de Fotografía y la Fundación Aperture. Su trabajo se enfoca en la exploración de la identidad en la otredad respecto al mundo moderno, con retratos de grupos sociales como refugiados, tribus, grupos por los derechos civiles, comunidades indígenas, migrantes y habitantes de Estados no reconocidos. Su obra ha sido seleccionada en concurso internacionales como los Sonny World Photography Awards y Huawei Next Image, ganando el primer premio en la categoría de fotografía musical del Leica Fotografie International (2017), y ha sido publicada en medios nacionales y extranjeros.