harar
En el siglo XVI, el emir Nun Ibn Mujahid, levantó un muro de cuatro metros de altura y con cinco puertas de acceso alrededor de la ciudad para protegerla de posibles conquistas. Actualmente, la muralla permanece intacta. La ciudad intramuros es un laberinto de callejuelas adoquinadas y muros multicolores donde los niños y las niñas juegan hoy, igual que hace 500 años, a defenderla.
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Harar se convirtió al islam en tiempos del profeta Mohammed y sigue siendo hoy una ciudad sagrada. Se le considera «la cuarta ciudad santa del islam» después de La Meca, Medina y Jerusalén; 82 mezquitas, tres de las cuales datan del siglo X y 102 santuarios son pruebas de ello.
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Entre los siglos XV y XVI, Harar fue la capital indiscutible del islam en el Cuerno de África, centro de enseñanza islámico y lugar santo. La ciudad amurallada fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006.
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La ciudad fascina con su derroche de color, aromas y estilos de vida. Aquí, donde el islam se encuentra con el cristianismo y Arabia y Asia se unen a África, el comercio entre regiones y culturas ha florecido durante más de mil años de ininterrumpida vida urbana.
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La antigua ciudad es un despliegue de colores, hay edificios verdes, morados, amarillos; las mujeres hararís desafían a la arquitectura vistiendo velos y túnicas en llamativos colores eléctricos.
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La puerta de Asma’addin o de Shewa se ha convertido en el símbolo de Harar. Es una de las seis puertas la vieja muralla. En los alrededores de la puerta hay un bullicioso mercado callejero que penetra en la medina.
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En los bulliciosos mercados en cada una de las puertas se ha negociado durante siglos con incienso, ganado, café, albahaca y cestería.
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Como en otras partes de África, quienes habitan Harar tienen un enemigo natural: las hienas. Ni los muros podían detener a los feroces carroñeros que desaolaban por las noches a pobladores y ganado. A finales del siglo pasado, los granjeros decidieron alimentar a las hienas cercanas a la ciudad para que se alejaran del ganado, así se acostumbraron a comer de las manos de los homres en lugar de usarlos como alimento. Actualmente, alimentar a las hienas se ha convertido en una profesión que se transmite de padre a hijo.
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A 35 kilómetros de Harar, Babile es famosa por sus fuentes y manantiales, pero también, y sobretodo, porque cada jueves se lleva a cabo un singular y muy concurrido mercado de ganado. Desde muy temprana hora en la carretera, hay un constante trasiego de personas y animales que se dirigen al mercado.
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El mercado de animales de Babile reúne cada jueves a varias tribus de la región, incluso acuden desde Somalia, Yibuti y el desierto de Ugaden, a comprar y vender camellos, toros, cabras y burros.